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Desde el siglo XX, la educación en Filipinas era obligatoria y, por ende, gratuita (subvencionada por el gobierno) hasta el nivel de bachillerato, que era de carácter privado. Sin embargo, hace más de una década se implementó la obligatoriedad del bachillerato, lo que obligó al gobierno a cubrirlo con el presupuesto público. Esta decisión requirió la construcción de nuevas infraestructuras, pero la gran falta de financiación y de espacio en la zona provocó una reducción en la oferta escolar. Esto causó un estancamiento en la educación de bachillerato debido a la falta de accesibilidad, ya que los colegios estaban muy lejos de los hogares y las familias no podían costearse el transporte.
A pesar de los avances económicos recientes en filipinas, no todos se benefician equitativamente de esta expansión, y más de una cuarta parte de la población sigue viviendo en condiciones de pobreza extrema. Los niños son los más afectados por esta situación dramática, ya que muchas familias se ven obligadas a enviar a sus hijos trabajar , buscar alimento o incluso a vivir en la calle. La violencia , la drogadicción , la prostitución y los abusos infantiles estan a la orden del día.
Según los últimos datos de la Autoridad de Estadística de Filipinas, hay 2,1 millones de niños esclavizados de entre 5 y 17 años, y muchos más trabajando en la economía informal. En Filipinas, uno de cada seis niños no está escolarizado, y esta cifra sigue en aumento. La tasa de abandono escolar en primaria es del 28 %, mientras que en secundaria alcanza un alarmante 59 %.Incluso aquellos que logran terminar sus estudios enfrentan grandes dificultades para ingresar al mercado laboral. La tasa de desempleo juvenil ha aumentado a un preocupante 28 %, cuatro veces más alta que la de los adultos.
Es en este contexto que surge el proyecto Masaya, cuyo objetivo es servir de puente y proporcionar subsidios a los más necesitados para cubrir sus costos de transporte y así mitigar el colapso educativo generado por la falta de accesibilidad debido a la escasez de recursos. La aportación mensual consistirá en 20 euros durante al menos dos años, sin perjuicio de que se puedan realizar donaciones independientes de menor o mayor cantidad. La selección de beneficiarios se llevará a cabo con la ayuda de los salesianos de Filipinas y población filipina colaboradora, quienes, a través de informes locales y entrevistas personales, determinarán cuáles son las familias más necesitadas.
Cabe mencionar que esta actividad la realizamos en cooperación con la Fundación Don Bosco, y es importante destacar que por cada donación se podrá obtener un certificado para la correspondiente desgravación fiscal.
Para más información contacte con nosotros que estaremos encantados de informarles .